Aquella tarde en que saliste buscando al destino,
llevabas dibujada una sonrisa. Nadie supo explicar por qué. La confundimos con
la belleza de la alegría. No pudimos o no quisimos ver la tristeza que
reflejaban tus ojos y el dolor que guardaba tu pecho. Debimos verlo, lo sé,
debimos verlo en tu figura solitaria, en tu rostro siempre triste, en tus
largos silencios, pero no lo hicimos. Solo vimos tu sonrisa aquella tarde en
que nos diste tu último adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario